Sí, la depresión, una enfermedad grave que afecta negativamente cómo te sientes, cómo piensas y cómo actúas.
La depresión causa sentimientos de tristeza y pérdida de interés en actividades que en el pasado disfrutabas.
Los síntomas de la depresión pueden variar de leves a graves y pueden incluir:
- Sentirse triste o deprimido
- Cambios en el apetito: pérdida o aumento de peso no relacionado con la dieta.
- Dificultad para dormir o dormir demasiado
- Aumento de la fatiga.
- Sentirse inútil o culpable
- Dificultad para pensar, concentrarse o tomar decisiones.
- Pensamientos de muerte o suicidio.
, etc.
Cuando te diagnostican depresión...
Normalmente, el protocolo médico a seguir es administrar un antidepresivo que probablemente tomarás por el resto de tu vida.
Pero ¿y si lo que comemos tiene mucha más importancia de lo que hemos pensado hasta ahora en la depresión?
Normalmente, una persona que lleva padeciendo depresión durante años, habrá sonreído diciendo:
“¡Ja! Ahora va a ser la comida”
Asumimos el reto de que a lo largo de este artículo vamos a intentar darte la información precisa y clara para que por lo menos te hagas preguntas.
¡Así que haya vamos!
El intestino y la depresión
El equilibrio de tu flora intestinal influye de forma prominente en la fortaleza de tu sistema inmunológico.
Si has padecido o padeces ansiedad o depresión, el malestar intestinal es obvio.
En casos extremos incluso puedes sufrir de diarrea.
¿Sabías que tu intestino y tu cerebro están conectados desde el principio de la vida al nacer?
Estos dos órganos se desarrollan exactamente del mismo tejido fetal en el útero y continúan comunicándose juntos durante toda la vida.
Esta conexión es posible a través de un sistema llamado “sistema nervioso entérico” que en algunos casos se le ha llamado como nuestro segundo cerebro, por la cantidad de conexiones neuronales.
La comunicación de nuestro sistema nervioso central y el sistema nervioso entérico es posible a través del sistema nervioso parasimpático que controla las conexiones entre el intestino y el cerebro en los seres humanos.
En cada extremo de este conducto hay dos membranas especializadas para controlar el entorno óptimo de salud tanto del intestino como del cerebro en todo momento.
Ese “controlador” es conocido como el nervio vago.
El nervio vago es el conducto principal de información (imagínate al nervio vago como una carretera que cruza tu cuerpo desde el intestino al cerebro) y los marcadores inflamatorios que se crean dentro de tu organismo son los “vehículos” que viajan por este conducto.
Hay estudios (1) que demuestran que personas con estados de ansiedad, tienen niveles bajos de cepas bacterianas que son beneficiosas para tu equilibrio intestinal.
Por lo tanto, optimizar tu flora intestinal con bacterias beneficiosas es una estrategia muy útil.
Por otro lado, el consumo de aceite Omega 3 (EPA-DHA) desempeñan un papel importante en tu bienestar emocional. (2) (3) (4)
El cerebro, en gran parte, está formado por ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (Omega 3) llamados ácido docosahexaenoico (DHA).
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El DHA es grasa, y es lo que necesita tu cerebro.
Los alimentos que más DHA tienen son los pescados, mariscos y algas procedentes de los océanos.
Pero debes saber lo siguiente:
¿Sabías que la ingesta continuada de carbohidratos digeribles en la dieta aumenta la liberación de insulina periférica, lo que deprime la enzima delta 6 desaturasa y estimula la producción de prostaglandinas inflamatorias? (5) (6)
Este hecho destruye las reservas cerebrales de DHA y EPA y esto vacía lentamente el contenido de lípidos del cerebro.
El funcionamiento neuronal y las células cerebrales son importantes para evitar estados depresivos, enfermedades neurodegenerativas y derrames cerebrales. (7) (8) (9)
El inicio de la inflamación
Cuando una persona se siente confusa, agotada o abrumada, ya nos dice que sus hormonas, que al fin y al cabo son mensajeros entre el intestino y el cerebro, están en desequilibrio.
Cuando esto sucede, antes, se ha producido disfunción celular e inflamación.
Esto es creado por unos hábitos alimenticios incorrectos, creado deficiencias nutricionales de forma continuada.
Para simplificar, porque sería largo, unos hábitos alimenticios incorrectos que no aportan los nutrientes necesarios y además crea desequilibrios en la flora intestinal, produce un efecto hormonal en cascada.
El estrés, malos hábitos de vida, patógenos externos también contribuyen a procesos inflamatorios.
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¿Qué sucede con la inflamación?
Con malos hábitos, las citoquinas inflamatorias se perpetúan.
Estas citoquinas inflamatorias recorren todo tu cuerpo generando estrés oxidativo tanto a tejidos como a las mitocondrias de tus células.
Cuando las citoquinas inflamatorias llegan al cerebro, cambia la síntesis de la serotonina al metabolismo del triptófano a través de la vía de la quinurenina en las células. (10) (11)
Fuente: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6536572/
Esto último puede crear depleción (deficiencias en sangre) de serotonina y en particular un aumento del metabolito ácido quinurénico.
Los análisis de sangre y análisis de líquido cefalorraquídeo han revelado que había niveles altos de ácido quinurénico en la depresión inducida por citoquinas inflamatorias.
Sabemos que esto último ha sido difícil de entender, pero lo que queremos que entiendas en un lenguaje sencillo y muy resumido es el siguiente proceso:
- Comer mal y malos hábitos > desequilibrios por deficiencias > las células en general, incluyendo las cerebrales, se ven afectadas > inflamación > sucede el desastre hormonal > aparición de patologías
Ahora, si sufres de depresión después de leer este artículo ¿Te planteas cambiar definitivamente de hábitos nutricionales?
Y si tienes otro tipo de patologías, incluyendo sobrepeso u obesidad, ¿Te planteas cambiar definitivamente de hábitos nutricionales?
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CONCLUSIÓN: Sufrir depresión, ansiedad o dolencias similares es duro, la mente te lleva a lugares muy oscuros donde te merma tu calidad de vida y tu bienestar.
Pero ahora hay estudios en el que nos muestran que podrían existir soluciones, la alimentación es uno de los primeros cambios que se deben hacer cuando quieres cambios.
Recuérdalo…
Hasta pronto.
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