Básicamente, todos los días hablamos con personas sobre las razones por las que alguien no puede o no considera cambios en sus hábitos alimenticios como un paso necesario para estar más saludable.
Una de las mayores dificultades a las que la mayoría se enfrentan es la de superar los malos hábitos alimenticios de toda la vida.
Esos hábitos están arraigados fuertemente.
Han sido generaciones y generaciones de influencia, principalmente personas en las que han confiado (padres, hermanos, amigos, etc.)
Para esas personas el cambio es difícil.
De hecho, la mayoría de ellos prefieren perder su salud a “el que dirán” porque coman de forma diferente.
Esto es una realidad aterradora.
La peor parte de todas, es que el cambio no se produce hasta que su salud toca fondo.
Y eso, por supuesto, esta decisión hace que el restablecimiento de nutrientes y la mejora de su estado saludable sea mucho más lenta y difícil.
Después hay personas que tienen los hábitos alimenticios tan arraigados que es básicamente imposible ayudarles.
Nada de lo que se le diga, ni ninguna investigación que proporcione les convencerá de que lo que está comiendo les perjudica.
Se dicen a sí mismos: - ¡La salud al diablo!
En realidad, no le importa para nada lo que comen, sí, se siente culpables, pero en minutos buscan la justificación para enterrar esa culpa y volver a comer esos alimentos insanos de nuevo.
Es como un círculo vicioso.
En ambos casos, este tipo de personas les resulta difícil de reconocer que los alimentos poco saludables o incluso alimentos inadecuados pueden inducir a enfermedades.
Otra forma más saludable de pensar en los alimentos.
Lo que comemos y qué metabolizamos determina en qué grado funcionan las mitocondrias.
Esto ya nos da la pista de que la comida, es la base misma de la salud y enfermedad.
Según tus hábitos alimenticios, contribuye en un estado saludable más fuerte o débil.
No todos los alimentos nos afectan de igual modo a cada persona.
Es gracioso cuando las revistas o medios de comunicación muestran un alimento que etiquetan de saludable.
Pero la gran pregunta es ¿La química de los alimentos coincide con la química que necesita tu cuerpo?.
Porque si no coincide no importa lo que hagas, ya que no mejorará tu salud en ningún sentido.
Hazte estas tres preguntas cada vez que comas algo:
- 1- ¿Los nutrientes de los alimentos es lo que necesita tu cuerpo?
- 2- ¿Lo que comes te proporciona los micronutrientes necesarios para funcionar de manera eficiente?
- 3- ¿Lo que comes, reduce o induce estrés en tu cuerpo?
¿Qué hacen los alimentos en tu cuerpo?
Seamos por un momento realistas, casi todo en la vida es estresante, y para que tu cuerpo resuelva ese estado de estrés de forma adecuada necesita energía.
Y la energía te la dan los nutrientes que principalmente proceden de los alimentos que comes.
Vivir de forma tóxica y acelerada en estos días genera un gran estrés. Estar enfermo genera estrés, la enfermedad crónica todavía más.
Vivir estresado daña las mitocondrias mediante una variedad de mecanismos, incluido la carencia de nutrientes clave.
Mantener ese estado a medio y largo plazo genera enfermedad.
Como puedes ver es un círculo que se retroalimenta, y que tus hábitos alimenticios deben ser cruciales si no quieres crear problemas.
El gran problema es que casi nadie te dirá lo importante que son tus hábitos alimenticios para prevenir la enfermedad.
Conclusión: Tus hábitos alimenticios influyen en tu estado saludable, tu sobrepeso u obesidad viene provocado porque tus hábitos alimenticios no son los correctos.
Pero además, se ha demostrado que tus hábitos influyen en la enfermedad.
Hasta pronto.
PD: Comparte este contenido con amigos y familiares, para que ellos se puedan aprovechar de esta información.
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